Mitos y Evidencias del Aprendizaje Docente para Impactar en el Alumnado

Por: Federico Malpica Basurto

¿Sabemos realmente cómo los docentes aprenden mejor? En una época en la que las demandas sobre el colectivo docente son más diversas y exigentes que nunca, la calidad de su formación profesional se vuelve crucial. No basta con querer que los docentes se mantengan actualizados; necesitamos comprender qué estrategias de desarrollo profesional realmente mejoran sus prácticas y, en consecuencia, los resultados de los estudiantes. La pregunta clave es: ¿cómo podemos diseñar un aprendizaje profesional que no solo inspire, sino que transforme la enseñanza que queremos ver en las aulas?

Numerosas investigaciones recientes, incluyendo un excelente informe de la Asociación de Investigación para el Aprendizaje Profesional (RPPL), han identificado qué elementos funcionan y cuáles no en la formación docente. Las conclusiones son claras: un enfoque único y genérico no funciona. Es necesario un aprendizaje profesional focalizado, apoyado por relaciones colaborativas y centrado en la práctica diaria de los docentes. Sin embargo, a pesar del avance en la evidencia, muchas de estas prácticas no son estándares generalizados en las entidades educativas, que siguen apostando por una formación docente tradicional, basada en episodios aislados e inconexos, una especie de formación discontinua. A continuación, algunos mitos encontrados en la investigación sobre la formación docente, así como algunas evidencias de lo que realmente funciona para generar competencias docentes en la práctica, que nos permita una reflexión seria sobre su papel e implementación en nuestros entornos educativos.

Mitos del desarrollo profesional docente
A lo largo de los años, han persistido varios mitos que han distorsionado la percepción y la efectividad del desarrollo profesional docente. Estos mitos no solo han generado resistencia, sino que también han llevado a implementaciones ineficaces que poco han contribuido a mejorar las prácticas de enseñanza. 

Algunos de estos mitos clave son:

  1. El desarrollo profesional es solo útil para docentes noveles: Existe la falsa creencia de que solo los docentes recién llegados a la profesión pueden beneficiarse de la formación continua, mientras que los docentes veteranos no la necesitan o son más resistentes al cambio. La investigación ha demostrado que la formación continua es igualmente valiosa para docentes de todos los niveles de experiencia, y que puede impactar positivamente tanto en su desarrollo profesional como en los resultados de los estudiantes​. Es más, los grupos heterogéneos de docentes con diferentes niveles de experiencia, son los más eficientes para generar aprendizaje, tanto para aquellos que apenas llegan como para los más expertos que, a través de compartir sus prácticas, también tienen mucho que aprender del resto.
  2. El aprendizaje profesional requiere mucho tiempo para ser efectivo: Este mito sostiene que los programas de desarrollo profesional deben ser largos e intensivos para lograr un impacto. Sin embargo, las investigaciones sugieren que lo que realmente importa es la calidad del diseño del programa, más que su duración. Las sesiones bien estructuradas, incluso de corta duración, pueden ser extremadamente efectivas si están enfocadas en la práctica real de los docentes​ y si existe un seguimiento adecuado (ayuda contingente) hasta que pueda integrar la nueva práctica en su docencia habitual.
  3. Solo mejorando el conocimiento sobre los contenidos mejora la enseñanza: A menudo se cree que basta con que los docentes dominen su materia para mejorar sus habilidades de enseñanza. Sin embargo, la evidencia muestra que, aunque el conocimiento del contenido es importante, el enfoque en prácticas pedagógicas específicas es mucho más efectivo para mejorar los resultados de los estudiantes​. El dominio del contenido es la base, pero lo que hace a un docente memorable es su capacidad para enganchar a los estudiantes e impulsar su aprendizaje.
  4. Los programas de desarrollo profesional deben ser universales: Otro mito común es que los programas basados en investigación pueden aplicarse de manera universal sin adaptaciones al contexto local. La realidad es que cada escuela y comunidad tiene necesidades únicas, y los programas deben personalizarse para ser verdaderamente efectivos​. No vale con soltar teorías o metodologías enlatadas para que los docentes las apliquen en su clase. Tienen que ser capaces de analizar prácticas reales y hacer su propio trabajo de contextualización sobre el que deben recibir la retroalimentación adecuada.

Claves del aprendizaje docente

 

Para superar los mitos mencionados, existen varias claves que se destacan para mejorar el aprendizaje profesional de los docentes. De acuerdo con las investigaciones analizadas, podemos identificar los siguientes puntos fundamentales:

  1. Colaboración entre docentes: Fomentar espacios estructurados de colaboración permite que los docentes compartan y mejoren sus prácticas educativas en tiempo real. Esta colaboración, más allá de un simple intercambio de ideas, debe centrarse en el perfeccionamiento de la enseñanza, con objetivos claros y tangibles. Los estudios sugieren que los docentes que trabajan en equipos colaborativos mejoran más rápidamente su práctica, lo que a su vez repercute positivamente en los estudiantes​.
  2. Coaching individualizado: El coaching y el mentoring (aprendizaje dialógico), unas de las formas más efectivas de aprendizaje profesional, permiten además un acompañamiento cercano. A través de la observación y retroalimentación continua, el coach o mentor ayuda a los docentes a mejorar aspectos específicos de su enseñanza. Este enfoque personalizado no solo atiende las áreas de mejora, sino que también celebra las fortalezas de cada docente, lo que abre la puerta al reconocimiento profesional en función de su desempeño, un aspecto muy importante para mejorar la cultura profesional imperante.
  3. Materiales de apoyo a la práctica: Los programas de formación que proporcionan recursos concretos, como currículos o evaluaciones formativas específicas, resultan más efectivos que aquellos centrados solo en principios generales. Los docentes necesitan apoyo tangible para implementar nuevas prácticas, y los materiales alineados con el desarrollo profesional les permiten hacerlo sin tener que reinventar sus metodologías​. Se trata de facilitar al máximo el camino hasta llegar al aula, y permitir que maduren las nuevas prácticas hasta que encuentren su lugar en la práctica habitual del docente.
  4. Enfoque en las relaciones docente-estudiante: Cada vez más estudios destacan la importancia de las relaciones entre docentes y estudiantes. Un ambiente de aula positivo, donde los estudiantes se sienten apoyados y valorados, facilita un mayor aprendizaje. Pero al mismo tiempo, la mejora en las interacciones docentes-estudiantes no solo reduce las interrupciones, sino que también fomenta un aprendizaje más profundo​ y mejora el bienestar de los educadores, así como su conexión con la vocación que los ha llevado al aula.

 

Conclusiones

La formación profesional docente debe ir más allá de los enfoques tradicionales y adoptar un modelo basado en la práctica, la colaboración y el apoyo constante. Al proporcionar al colectivo docente oportunidades de desarrollo que se centran en su práctica diaria y las relaciones que construyen con sus estudiantes, estaremos asegurando no solo su crecimiento profesional, sino también el éxito académico de los alumnos. Como bien señaló Doug Lemov (Teach Like a Champion) “Los cambios deliberados aparentemente pequeños en las palabras y las acciones colectivas del profesorado, pueden producir con el tiempo, mejoras espectaculares en el rendimiento del alumnado”. Este es el camino hacia un sistema educativo más equitativo y eficaz, donde los docentes no solo enseñen mejor, sino también aprendan mejor.

 

Referencias

Hill, H. C., & Papay, J. P. (2022). Building Better PL: How to Strengthen Teacher Learning. Annenberg Institute at Brown University. Research Partnership for Professional Learning (RPPL).

 

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