Importancia del perfil competencial de salida / egreso del alumnado para la innovación pedagógica
Supongo que todos pensamos que es una locura intentar construir una casa sin unos planos técnicos y esperar a ver si finalmente se aguanta o no. Afortunadamente, en la construcción existen evidencias científicas que permiten, mediante unos criterios y antes de iniciar, saber si una edificación resistirá.
Al igual que en la construcción, en la educación existen evidencias científicas que explican cómo aprendemos las personas y que permiten determinar, incluso antes de impartir una formación, si será factible que ésta produzca aprendizaje.
Sin embargo, no todas las instituciones pretenden lo mismo sobre lo que debe aprender su alumnado al término de su formación. Es decir, no todas tienen las mismas finalidades del aprendizaje, expresadas en el perfil de salida del alumnado (LOMLOE España) o perfil del egresado (término usado en Latinoamérica). Incluso en la educación reglada, donde existe un curriculum oficial, los centros escolares tienen matices que se desprenden de su propio ideario, ideología, entorno próximo, situación socio- económica local, etc.
Por tanto, ¿qué importancia tienen estos factores en la innovación pedagógica fundamentada?
Todos estos factores influyen en la decisión sobre aquello que debe aprenderse y por consecuencia, cómo debe aprenderse y cómo debe evaluarse. Incluso, influye sobre las competencias que deben dominar quienes enseñan y la organización de la institución que ofrece dicha enseñanza.
Siguiendo el símil de la construcción, nadie se atrevería a iniciar una construcción, sin tener primero claras las finalidades de dicha edificación. Es decir, para qué servirá, qué espacios se requieren, etc. Al igual que en la construcción, en
la educación se deben tener claras las finalidades de aprendizaje antes de diseñar e impartir la formación. Es decir, qué se pretende de los participantes cuando acaben su formación, o lo que es lo mismo, qué competencias o capacidades deben dominar (qué deben resolver a partir de su saber, saber hacer y ser) según las necesidades de aprendizaje determinadas.
Todo ello nos lleva a pensar que, en la educación, no es posible hablar de una innovación o transformación educativa universal, ya que depende de aquello que quiera conseguir cada institución educativa de su alumnado, cada programa formativo de sus participantes, cada sistema educativo de la formación de sus ciudadanos; pero sí podemos hablar de unos criterios probados empíricamente que pueden ser aplicados en función de aquellos aprendizajes que se pretenden conseguir. Cada institución o comunidad educativa debe construir sus propios indicadores de calidad sobre los procesos educativos en función de dos referentes: 1) sus propias finalidades del aprendizaje y 2) aquellas evidencias científicas sobre cómo aprendemos las personas.
Es decir que, en función de las decisiones adoptadas por la entidad en cuanto al perfil de salida/egreso de sus estudiantes, técnicamente se pueden contestar preguntas sobre la idoneidad de su enseñanza y aprendizaje.
Pongamos un ejemplo: Una vez analizado el perfil de salida del alumnado, una entidad educativa decide que sus alumnos y alumnas deben aprender a ser solidarios.
- Por un lado, dado que la solidaridad es un valor, primero en la entidad educativa deben hacerse preguntas acerca de evidencias científicas de la educación de valores. ¿Cómo se aprenden de forma eficiente y cómo se evalúan los valores?
- Una vez que se tienen claros los principios psicopedagógicos y neurocientíficos relacionados con dicho aprendizaje, la entidad deberá preguntarse si, para cada uno de los ámbitos de calidad pedagógica, trabaja de acuerdo con este rasgo del perfil de salida del alumno. Es decir:a. ¿Existen objetivos en todas las unidades de programación relacionados con la solidaridad?
b. ¿Y contenidos específicos en cada una de ellas?
c. ¿La metodología que utilizan los docentes es la adecuada para trabajar la solidaridad? (haciendo de la metodología, contenido de aprendizaje)
d. ¿Se evalúa si los alumnos son solidarios?
e. ¿La formación de los docentes es la adecuada para trabajar la solidaridad?
f. ¿Y la organización del centro apoya la enseñanza de la solidaridad en las aulas?
De las preguntas basadas en el perfil de salida del alumno y de los principios psicopedagógicos del aprendizaje, la entidad educativa extraerá sus propias características de calidad en sus aulas. En el caso que nos ocupa, seguramente se definirían una serie de actividades de reflexión sobre la solidaridad que involucraran las emociones, a partir de situaciones problemáticas que pudieran ser aprovechadas o incluso provocadas, las cuales se repetirían de forma gradual, a lo largo de toda la formación. Además, los docentes deberían dar ejemplo de solidaridad y la propia entidad también, mediante actividades permanentes con alta participación de la comunidad educativa.
Por eso es tan importante para el desarrollo de la innovación pedagógica, que exista siempre un proceso de reflexión desde el perfil competencial de salida del alumnado, y que éste se mantenga siempre presente, tanto en la toma de decisiones como en el desarrollo de la “metodología propia”, pues de otra forma, es difícil que la propia innovación/transformación tenga sentido para todos los docentes del centro.
Referencias bibliográficas:
Malpica, F. (2013) 8 Ideas Clave. La Calidad de la Práctica Educativa. Barcelona: Ed. Graó. Pág. 38-40.
Zabala, A. (1995). “La Práctica Educativa: cómo enseñar”. Ed. Graó. Barcelona. Pág. 22.