La serie El Juego del Calamar de Netflix está siendo objeto de debate entre las familias y los centros escolares, ya que alumnado de edades mucho menores de las permitidas para verla, acaban llevando sus juegos y canciones al patio de la escuela. Por un lado, es verdad que la serie supone un problema, pues utiliza el recurso de juegos infantiles clásicos mezclados con violencia extrema (el que pierde es asesinado), pero también es una gran oportunidad para educadores y familias de conversar sobre aspectos que forman parte de la necesaria formación para la ciudadanía. Como educadores, no podemos huir de nuestra responsabilidad sobre estos aspectos que forman parte del curriculum y las finalidades educativas por las que trabajamos. En este sentido, si el aprendizaje de actitudes (predisposiciones relativamente estables de las personas a actuar de cierta manera) y valores (ideas éticas que permiten emitir un juicio sobre las conductas y su sentido) se realiza cuando la persona piensa, siente y actúa consistentemente (a partir de la aceptación, la conformidad y la interiorización, este aprendizaje), supone que seamos capaces de permitir a nuestro alumnado un análisis y una valoración de las normas, una apropiación y elaboración del contenido, que implica el análisis de factores positivos y negativos, una toma de posición, una implicación afectiva y una revisión y valoración de la propia actuación (Zabala, A. 1995).

Es por ello que la situación que se vive actualmente con El Juego del Calamar, supone una gran oportunidad para trabajar actitudes y valores relativas a la ciudadanía (la equidad, la no violencia, la aceptación de los otros, la inclusión, la justicia social, etc.) en clase. Aquí cinco ideas para diseñar una secuencia didáctica al respecto:

  1. Adaptar el carácter de los contenidos actitudinales a las necesidades y situaciones reales de los alumnos. (las problemáticas morales de actuar como en El Juego del Calamar: matar a otros, dejarlos apartados del juego, excluir a quienes pierden, etc.).
  2. Partir de la realidad y aprovechar los conflictos que en ella se plantean para crear un hilo conductor del trabajo con estos contenidos. (Reflexiones sobre las experiencias vividas en el patio del colegio con respecto a El Juego del Calamar, debates, opiniones contrapuestas).
  3. Introducir procesos de reflexión crítica para que las normas sociales de convivencia formen parte de las propias normas (permitir que los propios alumnos lleguen a conclusiones y normas de actuación, tanto en clase como en el patio, con respecto a los juegos y al trato de quienes ganen con aquellos que pierdan). Invitar a las familias a extender esta reflexión y conclusiones en casa.
  4. Facilitar modelos de las actitudes que se quieren desarrollar, por parte del profesorado y de actividades que pongan en crisis sus propios planteamientos (compromiso por parte del profesorado y de las familias, jornadas de juegos solidarios en el centro escolar, propuestas de juegos cooperativos en los que nadie pierde, etc.).
  5. Fomentar la autonomía moral de cada alumno, con espacios para experimentar y ponerla en práctica (reflexiones personales y grupales en espacios de tutoría, respecto a situaciones que se puedan dar con juegos en clase, en el patio o con actuaciones por parte de algunos imitando a la propia serie).

Además, recordemos que:

– Para que el conocimiento se convierta en pauta de actuación hay que movilizar todos los resortes relacionados con el componente afectivo, derivando en compromisos de los alumnos con los valores y normas aceptados libremente.

– Las actividades de enseñanza necesarias tienen que abarcar, al mismo tiempo los campos cognoscitivos, afectivos y conductuales, dejando protagonismo a los alumnos.

– Se ha de tener en cuenta no tanto los aspectos más evidentes y explícitos de los valores que en el momento de los diálogos y debates se tratan, sino más bien la red de relaciones que se establece en clase.

– Se ha de prestar atención a muchos de los aspectos complementarios a la realización de las unidades didácticas, como la preparación y organización, el ambiente de clase y la participación.

* (Zabala, A. 1995). La Práctica Educativa: Cómo Enseñar. Editorial Graó.


El Instituto Escalae para la Calidad de la Enseñanza-Aprendizaje, es una institución privada internacional comprometida con la investigación y desarrollo de soluciones para garantizar la innovación pedagógica sostenible y la transformación educativa positiva.
Dedicamos nuestros esfuerzos, desde el 2005, a desarrollar herramientas tecnológicas, procesos de trabajo y material específico para garantizar la mejora continua de los procesos pedagógicos y organizativos, además de acompañar a las entidades educativas en su transformación y a los docentes en su desarrollo profesional, de forma positiva.
Conoce más sobre el Instituto Escalae y nuestras investigaciones. ¿Estás interesado en nuestras soluciones educativas? Contacta con nosotros: info@escalae.org