En los últimos años y, sobre todo, a raíz de la pandemia, se ha venido generalizando el término “Blended Learning” o Aprendizaje Combinado, para hablar de la mezcla de la enseñanza presencial con la enseñanza en línea, generalmente respaldada por una variedad de tecnologías digitales. Hoy día, al menos en educación superior, prácticamente toda enseñanza combina ambos tipos de enseñanza, en mayor o menor proporción (y en educación básica cada vez más). Sin embargo, en general seguimos sin ver un gran salto de calidad en los resultados de aprendizaje conseguidos, porque, como sabemos, el buen aprendizaje depende de la calidad del diseño pedagógico y de la práctica docente. Pero ojo, en cuanto a estos dos elementos aún hay diferencias, como afirma mi colega Ale Armellini, de la Universidad de Portsmouth: “Una buena práctica docente a menudo puede rescatar un diseño pedagógico deficiente, pero ningún diseño, por bueno que sea, compensará una mala práctica docente” (1). Por tanto, ¿qué tecnología, por muy buena que sea, por muy avanzada, vendrá a rescatar las prácticas docentes deficientes?
Para mejorar los resultados de aprendizaje, se requiere una combinación de diseño y práctica eficiente, y, por tanto, crear un ciclo de mejora donde ambos puedan retroalimentarse de forma permanente. Una forma comprobada de diseñar para un aprendizaje eficaz es rediseñar, de forma periódica, interativa y en equipos. Un enfoque de equipo para el diseño pedagógico que también sea una oportunidad para modelar la práctica docente, entre colegas, donde cada uno tenga oportunidad de exponer al resto su práctica, observarse y retroalimentarse mutuamente, a partir de acuerdos colectivos previos, sobre el diseño de dicha práctica en función de los resultados de aprendizaje que se quieren conseguir. La evidencia sugiere que tales comunidades profesionales de aprendizaje, que involucran a todo el cuerpo docente, diseñadores de aprendizaje, tecnólogos de aprendizaje, con el apoyo de estudiantes y otros agentes educativos, constituyen una forma efectiva de mejorar los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Por tanto, como vemos, al final el objetivo no es desarrollar un Aprendizaje Combinado (Blended Learning) sino un Aprendizaje Conectado, es decir, un diseño y práctica docente que permita a los estudiantes involucrarse con sus estudios a través de actividades que les permitan apropiarse y criticar nuevos conceptos, ideas y comentarios; dentro y fuera del aula, de forma sincrónica y asincrónica, individualmente y en equipos; para el desarrollo y aplicación de sus conocimientos, así como de sus habilidades transversales y competencias para la vida.
Llenar el espacio educativo de tecnología para afirmar luego que contamos con un blended Learning no será suficiente, a menos que seamos capaces de desarrollar una práctica colectiva docente efectiva y pensada, no en función de los medios (tecnología, metodologías pedagógicas, recursos didácticos), sino en función del aprendizaje que queremos conseguir en nuestros estudiantes y cómo mantenerlos conectados con éste.
- Armellini, A. (2021): “Content is not king” (https://cla.co.uk/blog/higher-education/content-is-not-king)