Cada día aparecen informes y artículos de académicos con reflexiones sobre cómo cambiar la educación a través de la innovación en esta era post-COVID. Pero muchas de las innovaciones propuestas ya están disponibles desde hace mucho tiempo, por tanto, no es un tema técnico. Creo que simplemente no encajan con la cultura ni con los modos en los que estas instituciones operan. En varias de las entidades educativas que he podido estudiar y acompañar, he podido detectar que además carecen de una visión o compromiso para producir cierto tipo de graduado (perfil de salida/egreso). No es algo que se tenga en cuenta o que sirva de guía para la toma de decisiones.
Sin embargo, también he visto, por otro lado, que la gran mayoría de estas entidades educativas tienen muchos miembros del cuerpo docente que están motivados por producir el aprendizaje deseado en sus estudiantes y que consideran la enseñanza como un llamado especial, una vocación.
Por tanto, en este contexto, ¿Cuáles son las preguntas por realizar para asegurarse que una innovación realmente vale la pena invertir en ella y darse a la tarea de llevarla a la práctica?
Como referente para evaluar propuestas de innovación educativa, comparto algunas preguntas adaptadas de un reciente texto de Steven Mintz (2022) al respecto, que son sobre todo para educación superior, pero que pueden servir para la reflexión de cualquier responsable, asesor y docente de una entidad educativa:
- ¿Cuáles son los problemas que la innovación resuelve? ¿Asequibilidad? ¿Retención y finalización? ¿Tiempo para graduarse? ¿Alineación de carrera? ¿La calidad de la experiencia académica? ¿O algo más? Si la respuesta no es evidente, si no es marcadamente diferente de lo que ofrecen otras instituciones actualmente, entonces quizás el modelo propuesto de innovación no sea necesario.
- ¿Cuál es el público objetivo? ¿Adultos que trabajan? ¿Niños y jóvenes de entornos económicamente desfavorecidos? ¿Los que recibieron una educación secundaria desigual? Entonces, habrá que preguntarse: ¿Qué tiene la institución propuesta que servirá a estos estudiantes mejor que las instituciones existentes? Si la respuesta no es clara, entonces los recursos invertidos en dicha innovación probablemente no se gastarán de la mejor forma posible.
- ¿Son las innovaciones propuestas un experimento mental, un ejercicio de diseño o basadas en evidencia, realistas y escalables? La educación puede beneficiarse de la lluvia de ideas y el pensamiento innovador. Para tomar un ejemplo: la educación basada en competencias solo se ha implementado realmente en un puñado de instituciones. Pero su énfasis en los resultados de aprendizaje está demostrado y verificado (a diferencia del tiempo de clase o el número de alumnos por clase) y ha llevado a muchas instituciones a concentrarse más en los resultados de habilidades que simplemente en la acumulación de horas de enseñanza acreditadas.
- ¿La innovación realmente resolverá los problemas que la educación necesita abordar con mayor urgencia? En educación superior, por ejemplo, los MOOC, que inicialmente prometían brindar clases gratuitas de los principales académicos del mundo, resultaron funcionar solo para un cierto tipo de estudiante: los autodidactas. Al no brindar suficiente interacción con un instructor o suficiente retroalimentación constructiva y al negarse a desglosar su contenido, actividades o evaluaciones, estos cursos masivos en línea no pudieron abordar los desafíos más grandes que enfrenta la educación superior, especialmente la necesidad de llevar a los estudiantes mal preparados al éxito en función de las altas demandas de sus campos de estudio.
- ¿Estaría dispuesto a dejar que su propio hijo siguiera este nuevo camino? Si su respuesta es no, si la propuesta solo es adecuada para los hijos de otras personas, entonces debe pensar detenidamente si dicha innovación ofrece una dirección que se debe seguir.
- ¿El alumnado obtiene un reconocimiento que le acredite? ¿Se va con algo en las manos? Asegurarse de que los estudiantes se gradúen con al menos una credencial reconocida por la industria. Y dicha credencial debe incorporarse cerca del comienzo de su educación, lo que no solo contribuirá al impulso académico de cada estudiante, sino que también garantizará que tenga una calificación laboral independientemente de su ruta universitaria más tradicional.
- ¿Los estudiantes adquieran alguna experiencia relevante, y en el caso de estudiantes universitarios y pre-universitarios, dicha experiencia relevante es laboral? Idealmente, esto significaría una pasantía o una práctica pre-profesional. Pero se pueden pensar en otros caminos a seguir, incluida la integración en cursos existentes de proyectos colaborativos que aborden el problema del mundo real de una organización. Esa organización puede ser una agencia gubernamental, una ONG, una organización sin fines de lucro, un museo o una empresa.
- ¿Esta innovación permite formar a sus estudiantes para la vida? Hay algo más que tenemos que hacer que aquello realizado hasta el momento. Necesitamos proporcionar a todo nuestro alumnado, no solo a los más talentosos, una experiencia formativa que les ayude a crecer en todas sus dimensiones, cognitivamente, pero también social, ética e intrapersonalmente.
Los colegios, escuelas y universidades pueden llegar a ser organizaciones impersonales y burocráticas, con su rígida división del trabajo, jerarquías claramente establecidas, especialización funcional, reglas y normativas. Pero es esencial que el cuerpo docente y el personal en puestos de responsabilidad luchen contra la racionalidad burocrática e infundan a sus instituciones creatividad, empatía, cuidado y un sentido de misión que vaya mucho más allá de llevar a sus estudiantes a un título.
El desafío es aprovechar la dedicación y energía de este perfil de profesionales que vibran con su vocación, y brindarles oportunidades para dirigir sus talentos y compromisos de manera que se extiendan más allá de sus aulas en beneficio de la institución en su conjunto. La clave está en colocarlos en posiciones de liderazgo en comunidades profesionales de aprendizaje e iniciativas de investigación para la mejora de las competencias profesionales en función del perfil de salida/egreso que se pretende conseguir. Esto permite normalmente a la institución volverse más centrada en el aprendizaje y en el alumno, más dedicada al desarrollo integral de los estudiantes y más consciente de los tipos de graduados que busca desarrollar.
Fuentes:
Mintz, S. (2022): Do We Really Need New University Models? What’s missing from the proposed new educational models for the post-COVID era. Inside Higher Ed. Publicado el 5 de octubre del 2022. Fuente: https://www.escalae.org/wp-content/uploads/2022/10/Do-We-Really-Need-New-University-Models.pdf
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