3 elementos clave para la necesaria transformación de las entidades educativas

Por: Federico Malpica Basurto 

En un trabajo de investigación de Francesc Pedró sobre tecnologías para la transformación de la educación (Pedró. F. 2017) explicaba que el debate no está ya en si es o no necesario repensar cómo los profesores diseñan y ejecutan los procesos de enseñanza y aprendizaje, y ayudarles a institucionarlo, sino en la identificación y la puesta en práctica de las mejoras más apropiadas para dar salida a estas mayores exigencias en los currículos, la formación del profesorado, la evaluación de los estudiantes, la gestión y la administración, así como la infraestructura.

La pregunta de cómo mejorar la calidad de la educación admite muchas posibles respuestas. La mayoría de quienes tienen que tomar decisiones en este campo, incluyendo a los líderes escolares y a los propios docentes, se enfrenta a una diversidad de opciones, pero con poca información sobre cuáles son las políticas o las estrategias más adecuadas o las de mayor impacto en una circunstancia determinada. A continuación, tres elementos importantes sobre los que parece emerger un consenso claro en la región iberoamericana y que pueden servir de reflexión en nuestro entorno profesional (Pedró, F. 2017:21):

  1. El concepto de la enseñanza como mera transmisión de contenidos debe dejar paso a nuevas metodologías que posibiliten el desarrollo de las competencias de los estudiantes para operar sobre los contenidos. La definición más clara de competencia es la de un conjunto de capacidades o desempeños que integran conocimientos, habilidades y actitudes que los estudiantes ponen en juego en contextos específicos para un propósito determinado. En este sentido, la pregunta fundamental del currículo no es qué saben los estudiantes, sino, más bien, qué son capaces de hacer con lo que saben (Partnership for 21st Century Skills Task Force, 2007). Por consiguiente, tanto el currículo como los mecanismos de evaluación de los aprendizajes de los estudiantes deben reformarse en este sentido.
  2. El pilar fundamental de la calidad educativa son las competencias profesionales docentes. Si los estudiantes no se encuentran en sus aulas con docentes capaces de generar mayores oportunidades de aprendizaje, no se producirá un genuino mejoramiento de la calidad educativa. Desgraciadamente, hay muchos indicios que sugieren que la situación predominante de la docencia en Iberoamérica no es la deseable y, por consiguiente, el desafío del desarrollo docente es monumental: configurar una carrera profesional docente capaz de atraer a jóvenes con talento a la docencia, formar adecuadamente a los candidatos, retener en las aulas (especialmente en aquellos sectores más desaventajados) a los profesores competentes, y hacer del desarrollo profesional una necesidad y una exigencia con incentivos. Dado el carácter sistémico de todos estos procesos, es difícil avanzar en uno sin hacerlo en los demás. El desarrollo docente es, pues, el requerimiento básico si se quiere conseguir una verdadera transformación de la escuela.
  3. Con un profesorado competente y con las condiciones apropiadas, el uso de la tecnología en educación permite crear entornos de enseñanza y aprendizaje que facilitan el desarrollo de las competencias que la sociedad y la economía esperan hoy de los estudiantes. La formación de competencias, incluidas las digitales, es cada vez más importante en el ámbito educativo como una necesidad para la inclusión en la sociedad del conocimiento: la tecnología no es tan solo un potente recurso para el aprendizaje es una herramienta cada vez más relevante para la vida. Por consiguiente, el potencial de la tecnología no se refiere solo a la alfabetización digital, ya que puede ser utilizada para promover competencias modernas y mejorar el desempeño educativo de los estudiantes en todos los dominios. En este sentido, son muchas las voces que afirman que las innovaciones basadas en la tecnología “la han antepuesto a la pedagogía de la misma forma que han primado la fascinación por encima de la evidencia” (Higgins et al., 2012), (aunque esto está cambiando ya que al menos aquí en Finlandia hay un fuerte acento en desarrollar soluciones basadas en evidencia científica).

Dicho de otro modo, la transformación de la educación no llegará de la mano de más tecnología, sino más bien de una reconsideración de las formas de enseñanza y aprendizaje que la tecnología puede facilitar e incluso darle alas. Es decir, convertir la tecnología educativa en un “exoesqueleto” docente que permita a los educadores llegar donde antes les era imposible hacerlo.

Fuentes:

Higgins, S., Xiao, Z. and Katsipataki, M. (2012). The Impact of Digital Technology on Learning: A Summary for the Education Endowment Foundation. Durham: Durham University.

OREALC/UNESCO (2013). Situación Educativa de América Latina y el Caribe: Hacia la educación de calidad para todos al 2015. Santiago de Chile: OREALC/UNESCO, Santiago.

Partnership for 21st Century Skills Task Force. (2007). Maximizing the Impact of the Pivotal Role of Technology in a 21st Century Education System. Washington, D.C.: Partnership for 21st Century Skills.

Pedró, F. (2017). Tecnologías para la transformación de la educación. Fundación Santillana.

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